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XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe

Statement by Rebeca Grynspan, Secretary-General of UNCTAD

XV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe

Buenos Aires
09 November 2022

José Manuel Salazar-Xirinachs, Secretario Ejecutivo de la CEPAL,

Ayelén Mazzina, Ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad de la Argentina, Antonia Orellana, Ministra de la Mujer y la Equidad de Género de Chile,

María-Noel Vaeza, Directora Regional para las Américas y el Caribe de ONU-Mujeres,

Ana Güezmes, Directora de División de Asuntos de Género de CEPAL Señoras y señores,

Queridas amigas, queridos amigos,

Les agradezco sinceramente esta invitación para estar con ustedes hoy, y conversar sobre este tema tan importante, y tan cercano a mi pensamiento y mi convicción.

Quiero empezar felicitando a la CEPAL por la elaboración de este informe, que es realmente excelente.

Yo llevo muchos años en la intersección de la economía, la igualdad de género, y las agendas multilaterales.

He leído montañas enteras de informes.

De todos, este que están presentado hoy es sin duda de los mejores. Hay mucho de qué hablar así que permítanme ir al grano.

Mi reacción a este informe se centra en tres comentarios principales.

Primero, este informe plantea un cambio de base, un nuevo modelo, una nueva estructura.

Sin duda alguna, en el momento histórico que vivimos, quedarnos en los márgenes de la acción, en el business as usual, no valdrá de nada.

Estamos, como dijimos en el período de sesiones de CEPAL, en un mundo de crisis en cascada y las crisis, como hemos visto, ni son neutrales en género ni las maneras en las que las solventamos son neutrales en género.

Crisis en cascada significa desigualdades en cascada. Una pandemia que no termina.

Una crisis climática que golpea más duro cada año.

Una guerra en Ucrania que ha desatado una crisis inflacionaria sin precedentes en este siglo.

Una subida sincronizada de tasas de interés que está exacerbando el problema de la deuda y exportando la inflación a través de las devaluaciones en el mundo en desarrollo.

Todo esto, a final de cuentas, se traduce en impactos desiguales, injustos y desproporcionados en la estructura social.

Se traduce en brechas que se amplían, en años de progreso que se pierden, en frustraciones sociales que no se atienden.

De todas las desigualdades del mundo, la más grande, la más antigua, la más estructural, es la de género.

Por tanto, en un mundo de crisis en cascada, esta es la brecha también que más sufre.

Según el Foro Económico Mundial en dos años, hemos perdido tres décadas.

Este, por cierto, es un duro recordatorio de una verdad que hemos de resaltar siempre: el único desarrollo es el desarrollo inclusivo y sostenible.

Todo lo demás es espejismo.

Una de las principales razones que perpetúan la desigualdad de género es la carga desigual de los cuidados.

Patrón que existe en todos los países.

En América Latina, según este informe, la economía del cuidado representa entre un cuarta y un quinta parte del PIB, a pesar de que la mayoría de sus actividades no son remuneradas.

Esto lo sabemos las mujeres.

Lo hemos dicho hasta la saciedad, lo hemos probado con investigaciones serias y detalladas y sin embargo todavía hoy ¡seguimos luchando por convencer!

Las mujeres hacemos tres cuartas partes de esa contribución de los cuidados al PIB – es decir, tres veces más que los hombres.

Por eso es tan valioso el cambio de modelo que sugiere este informe.

Porque la desigualdad de género es un problema sistémico, y solo acciones sistémicas pueden solventarlo.

Mi segundo comentario al informe, es que me gusta mucho cómo aborda la cuestión de la intersección entre cuidados, cambio climático, y patrones de producción y de consumo.

Dicho de otra forma, la sociedad del cuidado que propone este informe no solo implica un cambio del modelo social, y un cambio del modelo económico, sino sobre todo un cambio en el sistema de valores.

Esta será una sociedad del cuidado que cuide de las personas y del planeta. Una sociedad donde todos cuidamos, somos cuidados y nos autocuidamos.

Y donde no solo compartimos la responsabilidad del cuidado, sino que también la dirigmos hacia donde hace falta.

Por eso, esta discusión sugiere un tema muy importante, que es la discusión sobre qué es lo que la sociedad considera que tiene valor, y por tanto cuánto tiempo considera que debe dedicarle.

Porque la realidad es que el verdadero valor de los cuidados se mide en horas.

Sin las horas que millones de mujeres dedicamos a los cuidados, toda la estructura económica sería insostenible.

Por eso, desde un punto de vista micro, es importante considerar el costo de oportunidad de las mujeres con trabajos remunerados, que a falta de alternativas y de corresponsabilidad se ven en el injusto dilema de o ganar menos o cuidar menos.

Pero desde un punto de vista macro, es fundamental preguntarnos como sociedad cuál es la mejor manera de distribuir nuestras horas.

Enfatizo la palabra distribución porque este a fin de cuentas es un problema distributivo.

Distributivo entre el tiempo productivo y el tiempo reproductivo que es no solo un tema al interior de los hogares sino también atinente a la corresponsabilidad social distributivo, entre el tiempo de los hombres y el tiempo de las mujeres, pero distributivo sobre todo en el tiempo disponible de los distintos estratos sociales.

Porque los hogares ricos tienen la capacidad de ‘tercerizar’ sus necesidades de cuidados, mientras que los hogares más desfavorecidos sufren de un importante déficit de cuidados.

Este es un reflejo importante de las profundas desigualdades que nos recorren en América Latina, la región más desigual del planeta.

Y un debate fundamental de cara al futuro, ya que nuestra pirámide poblacional se está invirtiendo, y la carga de horas necesarias para el cuidado aumentará en las próximas décadas.

Recuerdo un importante estudio hecho hace algunos años por Rania Antonoupulos donde hablábamos del concepto de pobreza de tiempo aplicado al hogar, hogares

¨pobres de tiempo¨ como una medida importante en el diseño de la política publica y de las políticas de empleo.

Pero también evidencia de que la corresponsabilidad y la distribución de las tareas de cuidado eran también responsabilidad de la sociedad y no solo de hombres y mujeres individuales.

Mi último comentario a este informe es sobre el rol del mercado en la sociedad de los cuidados.

El informe hace bien en resaltar el debate de la necesidad de ir más allá del PIB, pieza central de un modelo económico que, en palabras del informe, es “androcéntrico y antropocéntrico”, enfocado en la acumulación del capital en vez de en el bienestar de las personas.

Los objetivos de la sociedad no pueden estar ni reducidos ni gobernados por la lógica del mercado.

No queremos, y no debemos, aspirar a ser una sociedad de mercado, sino una sociedad con mercado.

Con mercado no como fin último, sino como herramienta para cumplir los objetivos que nos traza la sociedad de los cuidados.

Estamos en un contexto sumamente adverso económicamente.

El espacio fiscal se está reduciendo, las deudas se están encareciendo, nuestras monedas se están debilitando. Necesitamos invertir billones de dólares para transformar nuestras estructuras productivas, adaptarnos y mitigar el cambio climático, proveer a nuestros jóvenes con los trabajos del siglo veintiuno – muchos de ellos, por cierto, en el sector de los cuidados que según la OIT crean el doble de trabajos que el sector de la construcción por dólar invertido.

En definitiva, la sociedad del cuidado, apoyada en un Estado desarrollador como bien propone el informe, tendrá que dar respuesta a estos retos, Pero este Estado no hay que sublimarlo sino construirlo porque debe ser a su vez incluyente, democrático y rendidor de cuentas y usando la expresión de Guillermo O’Donnell que decía que uno de los problemas del Estado en América Latina es que tenemos un ´Estado discontinuo´.

Excelencias, señoras y señores, amigas y amigos, Quiero terminar resaltando una línea que me gustó mucho del informe, y que toca la esencia más profunda de este debate.

Leo textualmente: “el modelo actual arrastra una concepción ficticia de la humanidad, que presupone la existencia de sujetos autosuficientes y niega la vulnerabilidad constitutiva de los cuerpos, la interdependencia entre las personas y su ecodependencia”.

De eso precisamente se trata.

El cuidado es la base de la sostenenibilidad de la vida, porque la vida es frágil y todo ser humano es vulnerable, y la vida a su vez es la base de toda la estructura económca, política, y social que nos rodea.

Los cuidados no es que son invisibles – sino que han sido invisibilizados. Pero sin cuidados, no habría nada.

Muchas gracias.